Músicos jóvenes con instrumentos antiguos con lo mejor de Beethoven y Mozart
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Músicos jóvenes con instrumentos antiguos con lo mejor de Beethoven y Mozart

Ibermúsica ofrece el 18 de abril el Concierto para violín y la Sinfonía 41 “Júpiter”

Músicos jóvenes con instrumentos antiguos con lo mejor de Beethoven y Mozart
martes, 9 de abril de 2024

Un “conciertazo” de lujo el próximo 18 de abril a las 19:30 en el Auditorio Nacional de Música de Madrid de la mano de Ibermúsica y con el conjunto francés Les Siècles, bajo la dirección de su fundador François-Xavier Roth y con la violinista Chouchane Siranossian, uno de los talentos más atractivos de su generación tanto en la interpretación clásica como en la música moderna. Y un programa excepcional, nada menos que el Concierto para violín op.61 de Beethoven y la Sinfonía núm. 41 “Júpiter” de Mozart.

 

Un atractivo adicional a este excepcional concierto es que el conjunto Les Siècles se compone de músicos jóvenes pertenecientes a los mejores conjuntos franceses, que interpretan muchas de sus obras con una vasta colección de instrumentos de época. Les Siècles ha adquirido un gran reconocimiento internacional por sus interpretaciones vibrantes y auténticas del repertorio clásico, especialmente de la música de los siglos XVIII y XIX.

 

Único concierto para violín

Una historia triste pero muy repetida en la música clásica es que demasiadas obras maestras que ahora son muy apreciadas, fueron ignoradas en su tiempo, y sus compositores murieron sin tener ni idea de la estima en que las generaciones posteriores tendrían su trabajo. Algo así ocurrió con el único concierto para violín de Ludwig van Beethoven, ahora ampliamente aclamado como uno de los más grandes de todos –y hay muchos muy bellos: Mozart, Chaikovski, Sibelius, Dvorak, Brhams, Prokófiev...– cayó poco después de su estreno, en el olvido y comenzó a llamar la atención sólo una generación después de su muerte.

 

Resulta curioso que los mejores conciertos para violín hayan sido compuestos por grandes pianistas. De hecho, como la mayoría de los compositores, Beethoven era más conocido como un pianista experto, pero también estaba bastante familiarizado con las cuerdas, ya que sirvió durante tres años como violista en la orquesta de la corte de Bonn y también tocó el violín, aunque no especialmente bien. Además de numerosas sonatas, tríos y cuartetos en los que el violín desempeña un papel destacado, en 1802 Beethoven había ido más allá de la música de cámara y escribió dos romances para violín y orquesta cuya sencillez y lirismo evocan el estilo francés de la década de 1770, y en 1804 produjo un “triple concierto” para violín, violonchelo, piano y orquesta.

 

En 1794, Franz Clement, un niño prodigio de 14 años, ya se había consolidado como uno de los virtuosos del violín reinantes en Viena. Ese año encontró un nuevo admirador, un prometedor pianista y compositor de Renania: Ludwig van Beethoven. Los dos músicos establecieron una relación profesional amistosa, que finalmente daría como resultado una obra maestra doce años después. 1806 fue un año muy ocupado para Beethoven; a lo largo de ella trabajó en su ópera Fidelio y completó su Cuarto Concierto para piano, la Cuarta Sinfonía y los tres cuartetos de cuerda “Razumovsky”, entre otras obras. Sorprendentemente, también logró componer un concierto para violín para Clement justo antes del Año Nuevo.

 

A pesar de su creación aparentemente apresurada, el concierto es una de las obras más trascendentes de Beethoven. Quizás en respuesta al estilo de interpretación de Clement, Beethoven evitó proezas técnicas llamativas en favor de melodías simples pero profundamente sentidas entretejidas en una estructura verdaderamente sinfónica. Si bien el concierto de Beethoven contiene muchos pasajes difíciles para el solista, siempre están integrados en el argumento sinfónico y realzan el efecto expresivo de la música.

 

Tres sinfonías en nueve meses

La azarosa vida de Mozart, que componía mucho pero vivía (y murió) casi en la miseria le llevó a que en 1787, su fortuna cayese en espiral. El compositor de 31 años enfrentó varias crisis: enfermedades, deudas crecientes y la desalentadora constatación de que los vieneses, cinco años después de su llegada a esa ciudad, se habían cansado de él. En el verano de 1788, el compositor asolado por la pobreza escribió una serie de cartas desesperadas a su amigo Michael Puchberg, pidiéndole préstamos. Mozart también empeñó varios objetos de valor, intentó obtener anticipos de su editor e intentó vender sus manuscritos. Estos humillantes esfuerzos dieron poco resultado.

 

Las últimas tres sinfonías de Mozart, las números 39, 40 y 41, las compuso en nueve semanas durante el verano de 1788. Incluso para Mozart este ritmo de producción es notable, especialmente dada la alta calidad de las tres obras. Probablemente Mozart las escribió para una serie de conciertos que planeaba presentar en Viena ese mismo verano, o para un viaje a Londres, que finalmente nunca realizó, o quizás ambas cosas. No existe documentación sobre los estrenos de estas sinfonías, pero la velocidad a la que Mozart las compuso sugiere una necesidad urgente de nueva música que atraiga al público a regresar a la sala de conciertos.

 

Mozart no le dio a su última sinfonía el apodo de “Júpiter”. Pero independientemente del nombre que se le haya dado a esta música, captura perfectamente el carácter noble y las cualidades del dios romano Júpiter. En el Andante, Mozart parte del alegre do mayor de la apertura con una serie de secuencias en las cuerdas que se transforman en armonías distantes y exóticas. En el glorioso final Mozart combina un denso contrapunto barroco con un fraseo clásico cristalino. La Sinfonía “Júpiter” es el mayor logro sinfónico de Mozart y ha alcanzado la inmortalidad del dios cuyo nombre lleva.

 

54 años de buena música

Ibermúsica fue fundada por Alfonso Aijón en 1970, quien se propuso traer a España las mejores agrupaciones sinfónicas del mundo. Desde entonces Ibermúsica, ha evolucionado en concordancia con los tiempos conservando la calidad artística, el rigor y la pasión por el arte y la música. La institución ha trabajado durante 54 años y la relación de artistas que han debutado en España de la mano de Ibermúsica es enorme, gracias a la profesionalidad que ha sido consigna de esta casa. Asimismo, gracias a Ibermúsica se han estrenado en España numerosas obras de compositores tan relevantes como Stravinsky o Shostakovich. De la mano de Llorenç Caballero, actual Director General de la compañía, Ibermúsica sigue apostando por traer a nuestro país la mejor música con los mejores directores, solistas y orquestas del mundo en Madrid.

 

Quienes estén interesados en adquirir localidades, aún hay disponibles en: www.entradasinaem.es; tel.: 902 22 49 49 o directamente en las taquillas del Auditorio Nacional de Música.

 

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